NUESTRA HISTORIA
Luego de la crisis del año 2001, Príncipe Luján cerró definitivamente sus puertas. Los sueños de un emprendedor se esfumaban tras muchos años de esfuerzo. Don Juan Molina bajaba la persiana a su sueño.
Años más tarde, un nuevo sueño tomaba forma de la mano de su hijo, Federico Molina. Él decidió volver a empezar.
Y así fue como paso a paso —respetando la nobleza de lo familiar y con el sabor de lo hecho en casa—, que la empresa, con nuevo aire, comenzaba a crecer.
Hoy es el fruto de esfuerzo, voluntad y horas dedicadas a poner, en cada producto, gotitas de ese sueño.